dandelion orb fantasy

Cuentos capturados

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The Dandelion Sprite’s Glow

por Bill Tiepelman

El resplandor del duende del diente de león

En lo más profundo del corazón de la Pradera Susurrante, donde el tiempo parecía ralentizarse y las flores mantenían conversaciones tranquilas sobre el tiempo, vivía un travieso duende llamado Pippin Glowleaf. Pippin no era un duende común. Para empezar, su pelo no era pelo en absoluto, sino una radiante nube de pelusa dorada de diente de león que brillaba más que una luna de cosecha. Parecía el hijo del amor de un diente de león y un niño travieso, lo que, francamente, no estaba muy lejos de la verdad. El resplandor de Pippin era una leyenda. Los viajeros juraban que podían verlo a kilómetros de distancia, balanceándose y volando como una luciérnaga descarriada que acaba de descubrir el café expreso. Para los habitantes del bosque, su luz era un faro de risa, a menudo seguido de exasperación. Verás, el resplandor de Pippin no era solo para presumir, era un arma de distracción y caos. El gran robo del diente de león Una hermosa mañana de primavera, Pippin estaba sentado sobre su percha favorita, una margarita particularmente grande a la que había llamado cariñosamente “Gran Pétalo”. Estaba masticando una miga empapada en miel que había dejado un descuidado comensal de picnic cuando escuchó una conversación bastante alarmante entre dos escarabajos que pasaban por allí. —¡He oído que el Rey Gorgojo planea tomar el Gran Orbe Diente de León! —susurró un escarabajo, con sus antenas temblando de pánico. —¿El Orbe? ¡Pero esa es la fuente de toda la magia de la pradera! ¡Sin él, las flores perderían su brillo y las abejas podrían aliarse! —jadeó el otro escarabajo. El pelo esponjoso de Pippin prácticamente se erizó. El Gran Orbe del Diente de León no solo era mágico, sino también sagrado. Además, estaba convenientemente ubicado en el mismo prado donde Pippin pasaba la mayor parte de sus tardes durmiendo la siesta. Si alguien iba a causar caos por aquí, iba a ser él, muchas gracias. El cuestionable plan de Pippin Después de un ritmo dramático (y un breve intermedio para perseguir una mariposa), Pippin decidió que detendría al Rey Gorgojo. ¿Su plan? Simple: distraer, confundir y, en última instancia, fastidiar al rey para que abandonara su cobarde plan. El primer paso consistió en formar un equipo. Desafortunadamente, Pippin tenía muy pocos amigos, gracias a un incidente que involucró una semilla de diente de león particularmente explosiva y el alijo de bellotas de invierno de una ardilla. Pero sí tenía una especie de aliada: Gertie, el caracol gruñón. —¿Por qué debería ayudarte, Pippin? —se quejó Gertie mientras mordisqueaba lentamente una hoja de lechuga—. La última vez, usaste mi concha como tambor improvisado. —Porque, Gertie —dijo Pippin, inflando su brillante pelusa para darle un efecto dramático—, si el Rey Gorgojo roba el Orbe, la pradera quedará sumida en una eterna monotonía. No más rocío centelleante. No más flores que cantan. Y lo peor de todo, ¡no más migas de miel! Gertie hizo una pausa. “¿No hay migas de miel?” —Ni uno solo —dijo Pippin solemnemente. —Está bien, pero me debes un nuevo esmalte para conchas —espetó. La llegada del rey gorgojo Más tarde esa noche, bajo la luz plateada de la luna llena, llegaron el Rey Gorgojo y su séquito. Eran una vista aterradora: sus seis patas estaban pulidas y relucían, y sus mandíbulas emitían un sonido amenazador mientras marchaban hacia el Gran Orbe del Diente de León, que brillaba débilmente sobre su pedestal en el centro del prado. Pippin y Gertie la acechaban. Bueno, Gertie la acechaba casi todo el tiempo. Pippin tuvo que darle varios empujoncitos para mantenerla despierta. —Muy bien, recuerda el plan —susurró Pippin—. Yo los distraeré con mi resplandor deslumbrante, y tú... uh... serás tu yo viscoso. Gertie le dirigió una mirada fulminante. “Fantástica estrategia. De verdad, eres un genio”. La batalla caótica Pippin se puso en acción de un salto... o, más exactamente, tropezó con una piedra y se puso en acción. Pero el efecto fue el mismo. Su resplandor dorado estalló, iluminando el prado como una bola de discoteca con esteroides. El Rey Gorgojo se quedó paralizado, con las mandíbulas flojas por la confusión. —¿Qué es eso? —siseó uno de los guardias gorgojos. —¡Es... es una especie de niño hongo brillante! —gritó otro guardia. Pippin, que nunca desaprovechaba una oportunidad, empezó a dar saltos y a dar vueltas. “¡Miren!”, gritó. “¡Soy el guardián del diente de león, portador de luz y caos! ¡Tiemblen ante mi pelusilla!”. El Rey Gorgojo, claramente desprevenido para semejante nivel de tonterías, dudó. “¿Es esto algún tipo de truco?”, gruñó. “¡Nada de trucos, sólo baile!”, declaró Pippin, lanzándose a una serie de movimientos cada vez más ridículos que sólo podrían describirse como un caos interpretativo. Mientras tanto, Gertie avanzaba lentamente, muy, muy lentamente, hacia el pedestal. El plan era cubrir de limo la base del orbe, haciéndolo demasiado resbaladizo para que los gorgojos no pudieran robarlo. Desafortunadamente, su avance era tan lento que parecía estar retrocediendo. Una victoria viscosa Cuando la actuación improvisada de Pippin llegó a su clímax (una atrevida voltereta hacia atrás que terminó con él aterrizando en un charco), el Rey Gorgojo finalmente perdió los estribos. —¡Basta! ¡Retiraos! ¡Este prado está maldito por la locura! —gritó, escabulléndose con sus guardias a cuestas. Pippin se desplomó en un montón resplandeciente, riendo triunfante. “¡Lo logramos, Gertie! ¡Salvamos el prado!” Gertie finalmente llegó al pedestal y suspiró. “Me debes mucho pulimento para conchas”. La mañana siguiente A la mañana siguiente, el prado rebosaba de gratitud. Las flores agitaban sus pétalos en señal de agradecimiento y las abejas le regalaron a Pippin un panal de oro, que él se colocó enseguida en la cabeza a modo de corona improvisada. "Todo en un día de trabajo", dijo Pippin, adoptando una pose heroica ante Big Petal. A partir de ese día, Pippin fue conocido no solo como el travieso duendecillo con la pelusa brillante, sino como el héroe del Gran Robo del Diente de León. Y aunque sus payasadas seguían molestando a todos, no podían negar que el prado estaba un poco más brillante con Pippin Glowleaf cerca. Aunque ocasionalmente utilizaba una concha de caracol como tambor. Explorar más La encantadora imagen del duende diente de león que aparece en este cuento fantástico está disponible para impresiones, descargas y licencias . ¡Lleva la magia de Whispering Meadow a tu espacio o a tus proyectos creativos! Vea y compre la obra de arte aquí.

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