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Cuentos capturados

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Rainbow Wheels and Red Hair

por Bill Tiepelman

Ruedas de arcoiris y cabello rojo

En los soleados campos de Woodstock, Indiana, un vibrante Volkswagen Beetle pintado con arcoíris y margaritas ondulantes se alzaba como un faro de nostalgia de los años 70. A su lado se encontraba Daisy Redfern, una mujer con un pelo rojo intenso que le caía en cascada por la espalda como un río de lava. Adornada con unos vaqueros acampanados bordados con mariposas, una corona de flores y una enorme cartera colgada del hombro, Daisy parecía la mascota de las aventuras de espíritu libre. "Muy bien, Rainbow, ¡mostremos al mundo de qué estamos hechos!", le anunció al auto, dándole unas palmaditas al capó. Juró que el Beetle, al que había llamado cariñosamente Rainbow, tenía alma propia. Incluso zumbaba cuando estaba contento... o cuando se olvidaba de apretar el colector de escape. De cualquier manera, Rainbow ronroneaba anticipando su última escapada: un viaje por carretera al "Festival of Funk", una reunión anual de artistas excéntricos, melodías geniales y hamburguesas de tofu realmente cuestionables. El desvío hacia el caos El viaje comenzó sin problemas, con Daisy cantando su lista de reproducción favorita de Fleetwood Mac y Joni Mitchell. En algún lugar cerca de un pueblo llamado Gravel Flats, un pequeño cartel le llamó la atención: "La cuchara más grande del mundo: 3 millas más adelante". Su curiosidad, al igual que su auto, no pudo contenerse. "Rainbow, ¿cómo podemos resistirnos? ¡Una cuchara gigante es prácticamente el destino!" declaró, desviándose de la carretera principal. Lo que el cartel no mencionaba era que los cinco kilómetros incluían un camino de tierra sinuoso, un puente de madera que parecía más viejo que el tiempo mismo y una inesperada manada de cabras. Daisy graznó, pero las cabras se limitaron a balar en desafío. Así que, naturalmente, bajó la ventanilla y les ofreció la cecina de tofu que había empacado para emergencias. "Tú ganas esta ronda, naturaleza", murmuró mientras las cabras se alejaban tranquilamente. Resultó que la cuchara era enorme y, según la placa, completamente inútil. Daisy posó para una selfie con ella de todos modos, porque ¿quién no necesita evidencia fotográfica de un encuentro con una cuchara gigante? Luego, mientras volvía a subir a Rainbow, notó una ramita de lavanda escondida en el limpiaparabrisas. ¿La tarjeta de presentación de un misterioso extraño? O tal vez las cabras simplemente se sentían poéticas. Travesuras en la carretera De vuelta en la carretera, Daisy se enfrentó a su siguiente desafío: un convoy de motociclistas que parecían más interesados ​​en hacer caballitos que en seguir las leyes de tránsito. Con una sonrisa traviesa, Daisy decidió convertirlo en un juego. Aceleró, serpenteando entre el convoy con una agilidad sorprendente para un Beetle. Rainbow rugió (o resopló, según la perspectiva) como una campeona. Los motociclistas le hicieron un gesto con el pulgar hacia arriba mientras pasaban a toda velocidad. "¿Ves? Todo el mundo ama a Rainbow", dijo Daisy, radiante de orgullo. Final funky Cuando Daisy y Rainbow entraron al recinto del festival, fueron recibidas por un mar de colores, música y el olor a aceite de pachulí. Los vendedores ambulantes ofrecían calcetines tejidos a mano, todo teñido con técnica tie-dye y misteriosos remedios herbales. Daisy aparcó a Rainbow en el centro de todo, donde el coche se convirtió instantáneamente en un imán de admiración. La gente posó para fotos con él y un artista entusiasta incluso preguntó si podía pintar una versión en miniatura del coche sobre una roca. La noche terminó con Daisy bailando descalza bajo un manto de estrellas, con la corona de flores ligeramente torcida pero con el ánimo en alto. Se rió cuando los faros de Rainbow parpadearon rítmicamente, casi como si el coche se moviera al ritmo de la música. "Eres el mejor copiloto del mundo", susurró, mientras daba palmaditas al salpicadero de Rainbow. A medida que el festival llegaba a su fin y la multitud se dispersaba, Daisy volvió a subir a su fiel Beetle, lista para la siguiente aventura. El camino se extendía frente a ella y, con Rainbow a su lado, el mundo era un caleidoscopio de posibilidades infinitas. Paz, amor y ruedas divertidas. Lleva la aventura a casa Si te encantó el viaje de Daisy y Rainbow, puedes llevarte un pedacito de su colorido mundo a casa con estos productos únicos inspirados en Rainbow Wheels y Red Hair : Patrón de punto de cruz : perfecto para mentes creativas que desean crear su propia obra maestra de arcoíris. Tapiz : agrega un toque de nostalgia vibrante a tu espacio. Bolso de mano : lleva un poco de diversión de espíritu libre dondequiera que vayas. Pegatina : una forma pequeña pero poderosa de demostrar tu amor por el arcoíris. Impresión enmarcada : captura la esencia de la historia con esta impresionante obra de arte para tus paredes. ¡Encuentra tu pieza favorita y lleva las vibraciones maravillosas de Daisy y Rainbow a tu vida cotidiana!

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